viernes, 6 de noviembre de 2009


Es una verdadera lástima. Pero el amor apesta, apesta verdaderamente apesta como la peor peste de las pestes imaginable dentro de lo inimaginable del mundo de las pestes, y ya nos lo venían diciendo desde chicos. Como decía, extrañaré tocar tu dentadura llena de cráteres con la lengua, absolutamente todos tus olores (¿pestes?) y por sobre todas las cosas, y esto que quede bien claro, subordinarme a vos al punto de que me pierdas el puto interes y te acostumbres a ver el pálido color de mi carne despojada de vestimenta cada vez que quisieras. Ahora viene la peor parte… reencontrarme con una que deje de ser y llenarla de explicaciones insuficientes. Ah… la insuficiencia… brindo por que nunca me acostumbre a la insuficiencia.


De la boca para arafue.